Hay mucha vida

Y nos damos cuenta cuando la observamos con el microscopio. A veces vemos microorganismos inimaginables compitiendo entre sí o reproduciéndose sin pausa. Desde minúsculas bacterias hasta “enormes” crustáceos podemos encontrar incontables ejemplos de biodiversidad en una minúscula gota de agua.

Pero la riqueza biológica no es una cuestión de cantidad, sino de variedad. Un concepto que nos es familiar y denominamos biodiversidad. En una gota de agua puede haber cabida para una enorme comunidad mono-específica o bien muchas comunidades de varias especies, lo cual siempre será más beneficioso y sostenible a largo plazo.

En un entorno cerrado como es un acuario marino siempre existe una tendencia al predominio de unas especies por encima de otras, lo cual conduce inevitablemente a una pérdida de biodiversidad. Por ello es muy recomendable introducir nuevas especies que entren en competencia y restauren un cierto equilibrio al menos en los primeros niveles tróficos (productores como fitoplancton y consumidores primarios como pequeños anfípodos, isópodos, caracoles…). Para ello nada mejor que renovar una pequeña parte de la roca viva de forma periódica, por ejemplo un 10% cada seis meses.

Veamos algunos ejemplos de lo que se puede encontrar en una simple gota de agua tomada de nuestro acuario.

Bacterias, pequeñas y grandes, buenas y malas

Cómo clasificar las bacterias, hay tantas maneras…

Heterótrofas, autótrofas, funcionales, gram negativas, cocos, espiros…pero quizá eso sea lo menos relevante. Las bacterias son seres vivos unicelulares, tan sencillos que no tienen ni núcleo (por eso se les llama procariotas). Todas tienen dos características comunes: se pueden multiplicar muy rápido y son capaces de colonizar cualquier medio, están presentes en todas partes. Y como ejemplo, nosotros mismos. Un ser humano adulto tiene casi dos kilos de bacterias en su aparato digestivo. Si, dos kilos…no me he equivocado.

 

Bacteria marina

Los cristales, la arena, las rocas, bombas, tuberías y hasta la librea de los peces y tejidos de los corales están llenos de bacterias. Casi todas ellas son buenas, es decir, no perjudican ni al acuario ni a sus habitantes y se las denomina bacterias triviales; también hay algunas que resultan beneficiosas y prestan un servicio a cambio de otro; son las denominadas bacterias simbióticas. Por último hay una serie de bacterias, afortunadamente poco frecuentes que sí son perjudiciales, las denominamos bacterias patógenas.

Y ahora la gran pregunta: ¿cómo favorecer el crecimiento de bacterias simbióticas y frenar el de bacterias patógenas? Por suerte es más fácil de lo que parece. No es algo inmediato pero se pueden tomar medidas profilácticas que eviten el asentamiento de las bacterias “malas” y favorezcan la proliferación de las bacterias “buenas”. Vamos a analizarlo:

Bacterias “buenas”

Como hemos dicho antes, son aquellas que producen un beneficio al sistema o a sus habitantes. Pueden ser buenas por varios motivos, desde aportar alimento a otros organismo como es el caso de los agregados de bacterias (conocidos con el nombre de biofilm) son muy habituales en el acuario hasta realizar funciones de nitrificación y desnitrificación que retiran nitrógeno amoniacal del agua o aquellas que incluso pueden favorecer el sistema inmunológico de los peces.

  • Bacterias alimentarias. Muchas veces limpiamos las paredes del acuario pensando que son solamente algas, pero lo cierto es que suelen ser agregados de bacterias fotosintéticas (y algas en mayor o menor medida). Hay métodos como Zeovit que se basan en agitar las zeolitas de un reactor para desprender el mulm, que no es otra cosa que bacterias, para alimentar a los corales.
  • Bacterias limpiadoras. Hay docenas de ejemplos, nitrosomonas (nitrificante, convierte el amoniaco en nitrito mucho menos tóxico), nitrobacter (nitrificante, convierte el nitrito en nitrato, mucho menos tóxico aún) thiobacillus denitrificans (reduce el nitrato a nitrógeno y oxígeno libres), thiobacillus thiooxidans (transforma el sulfuro de hidrógeno en ácido sulfúrico, menos tóxico), pseudomonas (eliminan grasas y fosfolípidos), rhodopseudomonas (eliminan ácidos carboxílicos halogenados) y así una larga lista.
  • Bacterias curativas. Existen bacterias patógenas como vibrio, streptococcus, allococcus, myxobacterium y otras muchas que afectan negativamente a los peces del acuario, llegando incluso a causar su muerte. Por suerte hay otras bacterias capaces de eliminarlas (normalmente eliminando los recursos que éstas necesitan para sobrevivir, lo que se conoce como exclusión competitiva). Otras bacterias actúan reforzando el sistema inmunológico de los peces

 

Bacterias “malas”

Desde bacterias patógenas que pueden dañar las branquias de un pez o pudrir sus aletas, hasta bacterias antiestéticas (y asfixiantes) como la cianobacteria. Algunas de ellas suelen entrar con las nuevas incorporaciones de peces e invertebrados (suelen ser las peores) y otras muchas se encuentran en el acuario en estado de equilibrio y no pueden ser eliminadas; es la ruptura de este equilibrio la que hace que afloren y se conviertan en un problema.

 

Por suerte hay una serie de características comunes en la mayoría de las bacterias “buenas” que no están presentes en las “malas”, esto hace que sea relativamente fácil discriminar unas de otras.

Las bacterias buenas suelen ser heterótrofas (se alimentan de sustancias externas, normalmente basadas en nitrógeno, fósforo y carbono) y las malas suelen ser autótrofas (no dependen de sustancias externas para alimentarse, normalmente son fotosintéticas además de ser capaces de sintetizar por ellas mismas todo su alimento, por ejemplo las cianobacterias)

Las bacterias buenas suelen estar fijadas en alguna superficie y suelen ser funcionales (viven tanto en zonas oxigenadas como en zonas pobres o carentes de oxígeno), mientras que las bacterias malas suelen estar libres en la columna de agua (lo que facilita su propagación). Es por ello que los esterilizadores ultravioleta matan una mayor porción de bacterias malas que de bacterias buenas.

Cianobacteria, ese microorganismo incomprendido

La primera vez que un aficionado ve una mancha de cianobacteria suele pensar: me he debido pasar con la comida, me están saliendo unas algas asquerosas en el fondo del acuario.

Nada más lejos de la realidad. Esa mancha babosa y con aspecto de alga realmente no es un alga, sino un agregado de bacterias autótrofas llamado cianobacteria. ¿Y qué decir sobre la cianobacteria? Pues que es una de las formas de vida más primitiva y menos evolucionada de nuestro planeta, de hecho muchos científicos apuntan a que la vida surgió a partir de las cianobacterias. Hay muchas especies de cianobacteria y en el acuario las distinguiremos por su color (verdes, pardas, rojas, azuladas…) pero todas tienen una cosa en común, son autótrofas y necesitan muy poco para vivir.

cianobacteria acuario

La cianobacteria está presente en todos los acuarios y medios húmedos, normalmente no se manifiesta porque hay otros microorganismos que ocupan su nicho habitual. Si reducimos mucho los nutrientes (especialmente si se hace rápido y sin dar tiempo a que los habitantes heterótrofos se adapten), serán los microorganismos autótrofos quienes ocupen su lugar, ya que aunque les falten nutrientes los podrán sintetizar (normalmente por fotosíntesis) y de este modo llegar a invadir el acuario.

A escala macroscópica la cianobacteria representa uno de los principales problemas estéticos de un acuario, pero a escala microscópica, es sencillamente bella. Forma elegantes cadenas precisamente unidas de distinta geometría y color.

Algunos tipos de cianobacteria son tóxicos y en general no suelen ser consumidos más que por unos pocos invertebrados de los que solemos mantener en los acuarios, como los turbos fluctuosus, strombus o neritas en menor medida.

Cianobacteria

Diatomeas, las algas más antiguas del planeta

Son unas algas unicelulares muy diferentes a todas las demás ya que están protegidas por una pared de dióxido de silicio denominada frústula la cual está formada por dos partes asimétricas (de ahí el nombre de estas algas).

Hay evidencias fósiles que nos permiten conocer que estas algas ya existían en el Jurásico temprano por lo que son muy antiguas. Su estudio permite conocer la situación medioambiental de épocas pasadas y presentes ya que su presencia está estrechamente ligada a la calidad del agua.

diatomea marina

Hay más de doscientos géneros de diatomeas y se estima que se han extinguido más de cien mil especies. Aunque son unicelulares forman largas cadenas que les da un aspecto microscópico característico, por ejemplo las fragillaria con forma de cinta, las tabellaria formando zigzag o las meridion con forma de abanicos.

La diatomea de esta imagen es muy común en los acuarios marinos y suele formar delicadas cadenas en espiral.

diatomea acuario

Están presentes en todos los medios húmedos de todas las latitudes, incluidos los polos terrestres y se calcula que en algunos biotopos pueden suponer el 40% de la producción primaria de fitoplancton.

Son algas fuertemente dependientes de la presencia de silicatos en el acuario, motivo por el cual suelen desaparecer cuando estos se agotan de forma natural una vez finalizada la etapa de ciclado. Como cualquier otra alga necesita de una fuente luminosa para poder sobrevivir además de una mínima presencia de nutrientes nitrogenados.

diatomea acuario marino

En el acuario las diatomeas no suelen suponer más que un problema estético con fecha de caducidad.  No son tóxicas ni se llegan a reproducir en cantidad suficiente como para asfixiar a un coral. Señalan el principio y el final de una etapa y acaban desapareciendo por sí solas.

Intentar eliminarlas en acuarios inmaduros mediante el uso de resinas anti silicatos es un error que puede conducir a la aparición de dinoflagelados, los cuales sí pueden constituir un problema serio.